ADELINE STEPHEN: LOBA EN PIEL DE CABRA

CONSIDERACIONES SOBRE LA VIDA, OBRA Y ENFERMEDAD DE VIRGINIA WOOLF.

Adeline Virginia Stephen nacida acuario en 1882 fue mejor conocida como Virginia Woolf, nació en el seno de una familia culta y atávicamente ofrendada a las letras. Con un padre historiador y una familia materna plagada de artistas, literatos e intelectuales, fue casi necesario que Virginia se dedicara a escribir. De igual manera, y como siempre que existe lo bueno su concomitante se manifiesta, la familia de Virginia “la cabra” como le llamaban sus hermanos, estaba plagada de estuprosos, pederastras, locos y asesinos. Con un hermano que la viola, un tío esquizofrénico y una hermana borderline, fue casi necesario que Virginia se dedicara a la locura también.
Los síntomas de Virginia comienzan a desarrollarse a fines de su adolescencia, al grado tal que cuando tenía la edad de 19 años, reconocía y documentaba en sus primeros escritos, su “Melancoía de Primavera” y su “Locura de Verano”. La muerte de su adorada pero ausente madre, Julia, cuando Virginia tenía solamente 13 años le afectó profundamente y la llevó a permanecer en casa, sin salir ni a la escuela por espacio de un año. Pero fue la muerte de su padre lo que la lleva a su primer episodio grave. Ella admiraba abiertamente a su literato padre, de el cual había heredado su amor por los libros y su habilidad para estructurar e inventar historias. El episodio depresivo se ve acompañado de su primer intento suicida, el cual lleva a cabo con somníferos a los 21 años. La hermana de Virginia le propone a la familia un viaje para “sanar” la tristeza. Pero tal como le sucedería años después a su Señora Dalloway, creó una fiesta para cubrir el silencio y se presentó su primer episodio de manía. Al fin de cuentas, no fue eso su vida?, su trastorno? no es eso el Trastorno Bipolar? ¿Una serie de fiestas para callar el silencio?
Su hermana, una pintora de medianos éxitos, la lleva a vivir al bohemio barrio londinense de Bloomsbury. Ahí, Virginia se codeó con algunas de las más importantes figuras intelectuales de la época como el filósofo Bertrand Russell o el escritor E.M. Foster. Rápidamente “la cabra” se adapta a ese ambiente y se estimula para desarrollar algo que hacía desde niña; escribir. Se integra intelectual y personalmente al llamado “Círculo de Bloomsbury” del cual sus selectos integrantes, entre los cuales se nombraban a Dora Carrington (pintora), Gerald Brenan (escritor) y Strachey (escritor), comparten un agrio sentimiento en contra de la clase media británica, además de criterios y manifestaciones estéticas muy precisas. El más característico de estos criterios estéticos que además de haber sido desarrollado por Virginia y James Joyce, nos habla de la saluda mental de la bien-nombrada “cabra”, este estilo es el “flujo de conciencia” Se trata de el flujo de pensamientos y percepciones de los protagonistas son descritos como si estuvieran pasando en la vida real, sin filtros, cambiando de una cosa a otra, y a menudo de manera impredecible. En términos del tiempo, esto significa que los personajes interactúan no solo con el momento en el tiempo en el que están viviendo, sino también actúan en el pasado en sus memorias, y al hacerlo crean una profundidad en la historia y en el fondo de la historia que pesa en sus momentos presentes, que de otra manera aparecería trivial; comprando flores, horneando un pastel y cosas vacías.
El círculo de Bloomsbury le dejó más que un puñado de amigos, infinidad de escritos y novelas, también le trajo a Leonard Woolf. Leonard era un economista y miembro también del círculo. Fue en él, que Virginia encontró al protector que la proveyó de la estabilidad y seguridad que necesitaba para establecer y desarrollar su genio creativo. El dedicó devotamente su vida a un cuidado vigilante y en ocasiones autoritario. Con él fundó la célebre editorial Hogarth Press que editó la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield, T. S. Eliot o Sigmund Freud (¿determinismo? o ¿coincidencia?). Su relación deja claro que uno puede enamorarse de alguien muy distinto del que a uno le atrae en el aspecto sexual. Ya que es bien sabido que Virginia era lesbiana y que incluso tuvo un amante desde 1922 hasta casi el final de su vida; Vita Sackville-West de la cual incluso toma algunos datos de su vida, para su novela Orlando. Uno de sus más graves episodios depresivo con el que incluso presentó sintomatología psicótica y un intento de suicidio de alta letalidad, se encuentra paradójicamente ligado a Leonard. El cual, tras una discusión le dice a Virginia que no van a tener hijos por el riesgo que corren tanto ella como el niño.
Desde sus primeras novelas, Virginia comenzó a imponerse como innovadora, rompiendo los moldes narrativos de la novela inglesa clásica. Siendo esto más evidente en la subordinación de los personajes y acciones al argumento de la novela, así como las descripciones de los ambientes y personajes tradicionales. Pero no fue hasta la publicación de La señora Dalloway y Al faro que los críticos comenzaron a elogiar su originalidad literaria. En estas obras llaman ya la atención la maestría técnica y el afán experimental de la autora, quien introducía además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes hasta entonces más propios de la poesía. Sus narraciones se esfuerzan por captar la vida cambiante e inasible de la conciencia, de su vida tal vez. Experimentó con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual, en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje, como en su relación con el tiempo histórico y colectivo. En Las olas, la cual se encuentra impecablemente escrita, presenta el flujo de conciencia de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabado monólogo tradicional. En Las olas Virginia hace de la prosa poesía, además de que su flujo de conciencia, por momentos se vuelve casi una fuga de ideas que mantienen al lector envuelto en una manía ortográfica sofocante y fascinante.
Escribió así mismo una serie de ensayos que giraban en torno de la condición de la mujer, en los que resaltó la construcción social de la identidad femenina y reivindicó el papel de la mujer escritora. Revelando en estos escritos la evolución de su pensamiento feminista. Destacó a su vez como crítica literaria y activista en contra de la censura.
Su tercera recaída duró aproximadamente un año y aunque ella se lo atribuía a la ansiedad que le provocaba la publicación de alguna novela, el verdadero conflicto recaía en la desilusión política de Leonard y retiro del activismo pacifista. Situación que generaba conflicto en Virginia ya que consideraba que “gran parte de lo que me une a él…son nuestras búsquedas similares”.
Antes de 1941, no se registran episodios de manía ni de depresión francos. Sin embargo, las condiciones no eran nada favorables. Se llevaba a cabo la Segunda Guerra Mundial y se decía aburrida y monótona de encontrarse lejos de la ciudad, lejos de amigos, de estimulación. Leonard cruzaba por un episodio depresivo grave y Virginia se revelaba con una famélica y delirante figura caminando por los jardines, fumando. Fue el 28 de marzo cuando, después de escribir dos cartas de despedida, una a su hermana y otra a Leonard, tranquilamente salió de casa y se dirigió al río Ouse en Rodemell. Con las bolsas llenas de piedritas se metió al río y se ahogó.
El patrón de presentación episódica y las características afectivas de los cuadros han hecho que a lo largo del tiempo se consense que el padecimiento de Virginia era Trastorno Bipolar Tipo 1, lo que quiere decir episodios de manía franca, alternados con episodios depresivos.
Con respecto a la personalidad de Virginia Woolf, sería difícil encuadrarla en un Trastorno específico, lo que si puede verse es una clara estructura de personalidad basada en la utilización de mecanismos de defensa primitivos como la escisión, la negación y el acting out, A su vez la utilización de otros maduros tales como la sublimación y el altruismo. Presentaba una clara difusión de identidad, caracterizada por incongruencias en su actuar, independientes de la psicosis. Por último, una inmadurez afectiva que, al ponerse en práctica, demostraba núcleos tanto hetero como homosexuales. Lo más podría encajar en esto sería una estructura límite de personalidad.
Virginia se aterraba con cada recaída, aunque aprendió a experimentar la locura dándole un escape a través de la creación. En la escritura lograba tener control del caos interno diario. La sublimación parecería un hecho repetible en su familia, tal como se ve con su padre el cual además de ser historiador y escritor, era alpinista amateur, su hermana pintora y un hermano psicoanalista.
Las características de su padecimiento nos hacen pensar que existían momentos de nula productividad y durante la manía los más fructíferos. Aunque de esto no se encuentra registro al ver en retrospectiva sus años más productivos fueron de 1912 a 1915 donde los episodios depresivos fueron más graves y más recurrentes.
La conexión entre la “locura” y la creatividad, es una noción bien establecida. Aunque lo que realmente se ha visto es que, un trastorno psiquiátrico en una persona talentos puede estimular la creatividad y el acercamiento artístico. En gran parte porque las “fallas” o “diferencias” en la percepción y sensación de la realidad es diferente a la de el resto de la gente, dándoles así la capacidad de una perspectiva o creación e incluso una generación de ideas diferente.
El número de artistas, músicos y escritores de gran genialidad, que padecen o padecieron trastorno bipolar, es extenso. Simplemente en el siglo XX Virginia Woolf es una, pero podríamos nombrar a Ezra Pound, Scott Fritzgerald, Ernest Hemingway, Dylan Thomas, Samuel Beckett, Sylvia Plath, Eugene O'Neill y Anne Sexton. Todos ellos padecieron esta enfermedad. Para algunos el suicidio fue la única salida.
¿Qué haría si Virginia Woolf fuera mi paciente? ¿Qué tratamiento indicaría? Tal y como la norma lo dice ¿Iniciaría Litio o algún otro estabilizador del estado de ánimo? ¿Dosis bajas de antipsicótico y no tan bajas en el episodio de manía? ¿Benzodiacepinas? ¿TEC? ¿Psicoterapia? ¿Darle tratamiento, no cambiaría sustancialmente a Virginia Woolf que en este caso específico el tratamiento hubiera afectado su creatividad? No lo sé. Lo que si se, es que en el caso de personas como Virginia Woolf el padecimiento no es lo que trasciende, es ella, es su obra.
Me gustaría hablar ahora de “Las Horas” la cual más valdría analizar desde el libro de Cunningham más que desde la película. El libro se encuentra magistralmente escrito en términos de estilo narrativo muy similar a la misma Virginia Woolf, utilizando el flujo de conciencia. Además la novela de Cunningham también usa el recurso de poner la acción de la novela dentro del espacio de un día, al igual que en La Señora Dalloway de Woolf. En la novela de Woolf es un día en la vida del personaje central Clarissa Dalloway. En el libro de Cunningham es un día en la vida de cada uno de los tres personajes; Clarissa Vaughn, Laura Brown y la misma Virginia Woolf. A través de este prisma, Cunningham intenta, como Woolf, mostrar la belleza y profundidad de cada día (aún el más ordinario) en la vida de cada persona y al mismo tiempo como toda la vida de una persona puede ser examinada a través del prisma de un sólo día.
Las situaciones de los tres personajes reflejan situaciones experimentadas por Clarissa Dalloway en La Señora Dalloway de Woolf, con Clarissa Vaughn siendo una versión moderna y literal del personaje de Woolf. Como la Señora Dalloway, Clarissa Vaughn va en un viaje a comprar flores mientras reflexiona en la minuta del día alrededor de ella y más tarde se prepara para ofrecer una fiesta. Clarissa Dalloway y Clarissa Vaughn también reflexionan en sus historias y amores pasados en relación a sus vidas presentes, que ambas perciben como triviales. Un buen número de personajes en la historia de Clarissa Vaughn también van en paralelo a los personajes de La Señora Dalloway de Woolf.
Otro punto básico en esta obra, es la manera en la que Woolf logra sublimar a través de su genialidad todo un trastorno, un episodio depresivo o un episodio maníaco, es importante ver eso para una paciente que lo padece ya que con frecuencia existen los sentimientos de apartamiento, alienación y de inutilidad.
En conclusión, sería conveniente arrojar la siguiente pregunta: ¿podría ser posible que una Virginia Woolf encuadrada en un diagnóstico y llevada por este mismo a un tratamiento, hubiera escrito La Señora Dalloway, Las Olas, Al Faro, entre muchas otras? Woolf nos compartió su enfermedad, en lugar de vivir conteniéndola y lidiando sola. En frases como; “Sin embargo, pronto nuestro entusiasmo queda extrañamente enfriado” nos hace participes de su enfermedad a través de un arte impecable y directo. Tal vez el tratamiento nos hubiera traído a Adeline Stephen en lugar de a Virginia Woolf.

1 comentario:

fercha dijo...

Si yo hubiera sido Virgina y me hubieran dado a escoger, hubiera optado por que me trataran la "locura". Al fin y al cabo, ¿què sentido tiene "trascender?