PARA EL RESIDENTE DE PSIQUIATRIA:

“El valor de un hombre debe ser medido
Por lo que da, no por lo que obtiene.”
ALBERT EINSTEIN
El ejercicio médico es cambiante, según la influencia personal que le imprimimos según las experiencias vividas. Con el paso de los años, se acumulan vivencias que nacen de la vida misma y otras que nos enriquecen a través de la educación y la preparación profesional. Las experiencias modifican los conceptos, nuestras reacciones y actitudes, marcando las diferentes etapas de nuestro desarrollo.
Enumerar las cualidades del médico nos remonta a William Osler, quien esgrime que “equilibrio, la imparcialidad, y la sabiduría, son los pilares que habrán de sostener la vocación, apoyándonos en las habilidades y destrezas”. Si sostenemos que la vocación es nuestro ejercicio, sabemos que cada día se ve más expuesto a desviaciones de su concepción original. Es muy fácil olvidar los principios fundamentales que deben ser el paradigma en nuestro actuar. No se puede concebir que un médico sea solamente técnico, mero aplicador del conocimiento, requiere de un profundo sentido del humanismo y, sobre todo, de gran capacidad de decisión frente a las distintas situaciones que se van presentando. Es necesario e incluso obligatorio ser profesionales, responsables, íntegros, con sólida formación científica y técnica, así como tener un irrenunciable compromiso con la vocación de servir, y con el objetivo de tratar de lograr la salud y el bienestar de nuestros pacientes y de la comunidad.
Se necesita de médicos que no solamente sepan curar “una enfermedad”, sino que sepan que es mejor curar a la persona enferma; que sean conscientes del valor de la vida y de su trabajo. Eso es el verdadero sentido de su vocación de médicos.
Aquí me surge la duda sobre la posibilidad y la tangible realidad de favorecer el proceso de despersonalización, indiferencia y frialdad, desviando así la atención del objetivo primario. Con facilidad anteponemos nuestros intereses, navegando con la bandera de “buenos y preocupados médicos”, cuando lo único que buscamos es nuestra preeminencia.
Vivimos en un mundo deshumanizado y nuestra profesión tiene un componente humanista fundamental que, de no cumplirse, deja de ser medicina humana, para convertirse en una veterinaria avanzada. La medicina tiene un componente de responsabilidad fundamental; los médicos, caminamos múltiples senderos para encontrar nuevas soluciones, y de esta manera, ayudar a nuestros semejantes.
El comportamiento del médico debe ser manifestación de su forma de ser; y superar a lo que le digan que deba ser o hacer. Su formación implica superación en lo cognoscitivo, en las destrezas, en su actitud. Son los resultados los que miden la capacidad de una persona, y no sus intenciones o sus proyectos; y, parte de la felicidad de un médico, es saberse capaz de solucionar los problemas que son motivo de su profesión. La principal obligación ética del médico ante un enfermo es tener el interés serio de solucionarle su problema de salud. Todo médico tiene limitaciones en conocimientos y en capacidad resolutiva, pero como profesionales se nos pide que seamos conscientes de ellas; nadie está obligado a ser un experto en todas las áreas o especialidades; ni es lógico pensar que así sea.
Un médico satisfecho en sus necesidades personales mantendrá una actitud positiva que lo beneficiará en sus expectativas profesionales, hecho que se verá reflejado en resultados positivos con los enfermos. Es obligación de los médicos promover en los que van a engrosar nuestra profesión que tengan la educación y calidad humana para engrandecerla y para que definitivamente no la denigren. Parte de la educación del médico en formación, es la aceptación del orden y la subordinación en el trabajo como algo natural y necesario, conscientes que solo teniendo como base la disciplina pueden construirse resultados exitosos.
El médico tiene una sensibilidad de servicio y por las características eminentemente humanas de profesión, una intervención muy importante en la educación dentro del área de la medicina, ya sea en escuelas, universidades u hospitales.
El médico no debe olvidar que es un paciente en potencia, además de cobrar conciencia de que es indispensable invertir en capital humano. Quién tenga interés por la superación profesional, nunca será una persona que se manifieste con vulgaridad y siempre tratara de huir de la mediocridad.
Deben de entender que un día se dormiran residentes y despertarán psiquiatras. No pueden distraer su atención en objetivos huecos, la realidad es muy diferente y no se puede seguir actuando el enojo. Hoy terminó el ayer y el futuro es algo cierto y brilla frente a ustedes
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