ESQUIZOFRENIA Y MEDIOS DE COMUNICACION

“el número de brujas era elevado
porque incluían a los locos”.
Zilboorg;

Como médicos psiquiatras, tenemos la obligación de pensar en las enfermedades en términos de quién la padece. Se dice que “No hay enfermedades sino enfermos” por eso, no basta conocer su clasificación, diagnóstico, fisiopatología o tratamiento. Cuando sentenciamos con un diagnóstico, inmediatamente el paciente se “etiqueta” ante los ojos de la sociedad, el médico y sobre todo, de él mismo. Esto no es algo exclusivo de la práctica psiquiátrica; el Médico Internista que diagnostica a cierta persona como “diabético” o el Neurólogo a un “epiléptico” los marcan de por vida.

Para entender bien cual es el papel de los medios de comunicación y la esquizofrenia, tenemos que aclarar dos puntos fundamentales. Primero que nada, para fines del presente capítulo, utilizaré invariablemente como sinónimos a la enfermedad mental en general, en su concepto más estereotipado y a la esquizofrenia. Lo anterior se hará en gran medida porque históricamente el concepto del “esquizofrénico” es el del “clásico loco” y mucha información encontrada en los medios de comunicación cuando se refieren a los enfermos mentales, se refieren, en verdad a la esquizofrenia.

El segundo punto quedará más claro si se ilustra con un ejemplo. El 68% o más de los pacientes con esquizofrenia, están en condición de trabajar si se les diera la oportunidad. Sin embargo, la gran mayoría de los que podrían contratarlos piensan que no podrían desempeñarse adecuadamente. Los ven como potencialmente peligrosos o violentos, inestables y poco confiables. Opiniones que, para pacientes que se encuentran en control, no son compartidas por familiares y vecinos. Incluso, los vecinos tienen opiniones de los pacientes más positivas que los propios familiares, en gran parte porque están menos involucrados en situaciones de estrés provocadas por la enfermedad durante las recaídas o antes de recibir un tratamiento adecuado. De esto podríamos concluir la gran importancia de los procesos de comunicación en la formación de lo que llamaremos El Estigma.

Pero ¿de dónde viene el estigma? ¿quién dicta lo bueno y lo malo? Las diferentes culturas, echando mano de las tradiciones y los procesos de comunicación (incluyendo los medios) amplían los conceptos de enfermedad otorgándoles un calificativo.

La palabra Estigma se encuentra muy lejos de las huellas corporales como prueba de espiritualidad y gracia divina, similares a las presentadas por Cristo. Por otro lado el Estigma es más bien considerado una marca que expone algo inusual o censurable. Luego entonces, el “Estigmatizado” será alguien al que hay que rehuir o rechazar. Sin embargo, la idea o concepto actual y convencional del estigma, es de tintes denigrantes. ¿De quién es la culpa, quién lo genera? El ser humano es estigmatizador por naturaleza, solamente habría que echar un vistazo al trato del hombre al hombre mismo, utilizando pretextos tan básicos como la raza, etnia, género, estrato social, nacionalidad capacidad física e inclinación sexual. Podríamos decir que el estigma es de quién lo sufre, la discriminación está a cargo de terceros. Observemos que es durante la niñez, que se elaboran las concepciones y representaciones, en su mayoría erróneas o falsas, sobre el enfermo mental, las cuales se afianzan gracias a la interacción social.

El estigma se basa en el contenido de las representaciones sociales, que pueden tener su origen en: (1) las representaciones de la cultura popular, (2) las imágenes dramatizadas difundidas por los medios de comunicación social o de masas y (3) los procesos difusos de comunicación basados en verdades sólo de oídas, chismes y rumores, que fluyen a través de la sociedad y que caricaturizan la realidad. Por otro lado la idea o convicción, derivada por el concepto dualista cartesiano, de que cualquier enfermedad psiquiátrica no es tangible y no es una enfermedad “como tal”, sino una enfermedad simulada, con quejas exageradas y encaminada a evitar responsabilidades. Así, la gente tiene un gran desconocimiento real del problema y una imagen exageradamente negativa, que dificulta la reintegración del paciente con esquizofrenia.

El paciente con esquizofrenia se estereotipa como un ser violento. Esta concepción es gracias a la idea histórica de la locura, las cuales refuerzan esta idea. Durante el siglo XIX, en el auge de los “asilos” para enfermos mentales, la ignorancia y el miedo por la enfermedad mental, se incrementó. Sobre esto, podemos explicar dos puntos importantes; Los asilos solamente incitaron la idea de que los “locos” deberían de estar alienados, encerrados, vigilados y excluidos. Por otro lado, se generó un concepto erróneo sobre los hospitales psiquiátricos, donde se consideraba que había maltrato, abandono y crueldad. Para esto último, solamente hay que recordar los cuadros de Goya donde el enfermo mental se representa como figura en combate consigo mismo y con los demás.

Otra fuente del estigma es la serie de experiencias, en ocasiones traumáticas, vividas antes de que se instale un tratamiento adecuado, como las que enfrentan los familiares directos del paciente, las cuales tienen un componente afectivo importante y bloquean una evaluación objetiva. A través de la comunicación directa o auxiliada por los medios, esta imagen negativa se transmite a los núcleos fuera de la familia.

El paciente con esquizofrenia se encuentra hoy sujeto a estigmatizaciones los cuales no se basan en la ciencia, sino en la historia. El diagnóstico de este padecimiento y en general de cualquier enfermedad mental se basa en conceptos populares, arraigado en distorsiones del bien y del mal, del premio y el castigo. Revalorar el enfoque mediático del paciente esquizofrénico, debe de tener como premisa el análisis histórico de un proceso que ha excluido de la sociedad a este tipo de enfermos. Llevándonos a contemplar el fenómeno en toda su dimensión, favoreciendo parámetros para comprender los orígenes y los elementos que han cambiado para modificar la historia de estos pacientes.

Hoy en día existe una distancia entre la “comprensión” científica de la Esquizofrenia y la opinión popular, la cual sostiene aún, la idea “de que las enfermedades físicas serán naturales y las mentales sobrenaturales”. La historia de la psiquiatría, hasta ahora, es todavía muy intelectualizada como para poderle dar la viveza y el carácter contradictorio que siempre manifiesta el folklor. La enfermedad mental carece de indicadores objetivos, coherentes, contundentes y firmes. En otras palabras, el problema es que la enfermedad mental y específicamente la esquizofrenia, parecería una enfermedad prácticamente etérea al entendimiento popular

El origen histórico del estigma, podría ubicarse en la Edad Media y verse relacionado con el miedo de lo demoníaco, exaltándose así y a través de la problemática del pecado y del mal, el impulso de esta atmósfera en la cual se colocó al “loco”. Lo demoníaco es una realidad que impresiona particularmente a la fantasía popular y condiciona su comportamiento. Además esa temática hecha propia por el cristianismo, para debilitar el pecado, aparecería justificada por la Autoridad cuyo poder magisterial debe seguir el cristiano. Así es como la superstición y las ideas populares se entrecruzan con otros elementos tales como las creencias espirituales de la Iglesia. En esta época, el enfermo mental era acusado de brujería y era considerado culpable de los trastornos de todo tipo, expresiones terrenas del mal, máscaras del demonio, que deben de ser eliminados en nombre de la verdad y de la justicia. Como dice Zilboorg; “no todas las personas acusadas de brujería eran enfermos mentales, pero casi todos los enfermos mentales era considerados brujos, magos o posesos… el numero de brujas era elevado porque incluía a los locos”.

La esquizofrenia es la enfermedad evaluada más negativamente. Considerando el enorme desconocimiento que existe respecto a la enfermedad y la proximidad en el índice de estigma respecto a otras enfermedades. Esto solamente indica que la evaluación se basa en nociones vagas asociadas a las representaciones o imágenes sociales que evocan los nombres de las enfermedades y no en un conocimiento ni siquiera aproximado a ellas.

La tecnología y la voracidad, prácticamente innata, del ser humano, han hecho que los medios de comunicación, se convirtieran en órganos de difusión, informativos e incluso educativos, extendiéndose en las más variadas expresiones como son el radio, la televisión, el cine, los periódicos, internet, etc. Logrando con esta cualidad, entregar a un número gigantesco de personas información, conceptos e incluso, estigmas.

A través de los medios de masas, nacidos con la nueva tecnología electrónica, las imágenes visuales y sonoras bombardean a las nuevas generaciones. Es por medio de ellas como se tiene acceso a una pseudorealidad o a una realidad recortada Es como dice McLuhan: “Los medios de comunicación, cambiando el entorno, hacen surgir en nosotros relaciones únicas de percepción sensorial. La extensión de un sentido cualquiera transforma nuestra manera de actuar, nuestra manera de percibir el mundo. Cuando cambian estas relaciones cambia el hombre”. Sería oportuna la realización de campañas a través de los medios de comunicación social o de masas y en el sistema educacional, donde se muestre la realidad de los pacientes esquizofrénicos estables o compensados. Una de las mejores alternativas para mitigar el estigma, podría ser el contacto con pacientes, tal ves no directamente, sino por medio de programas, reportajes o artículos de prensa.

A principios de los años ochenta y de manera más marcada en los años noventa, comenzó un aumento significativo en el interés de los medios de comunicación con respecto a las enfermedades mentales. Todo lo anterior resultando en una gran arma de dos filos, con visiones positivas y negativas. Los factores positivos son que, gracias a esto, son más las personas que no se apenan y admiten tener un familiar que padece una enfermedad mental, que es una condición de importancia y que es necesario y fundamental su tratamiento. Además, el interés de los medios de comunicación por las enfermedades mentales, ha hecho que algunas organizaciones no gubernamentales aboguen por la necesidad y trascendencia de que los medios, en general, actúen e informen de manera adecuada, responsable y veraz, sobre padecimientos psiquiátricos. En relación a este último punto, dichas organizaciones también incitan y alentan a los psiquiatras y en general a los dedicados a la salud mental, que se involucren con los medios y hagan a un lado la negativa de hacer declaraciones por miedo de que se malinterpreten o malutilicen sus palabras.

Desgraciadamente, el interés de los medios, no solamente lleva a cosas buenas, la parte negativa va en relación a alimentar la visión y concepción retorcida que se tiene sobre la enfermedad mental. Esto se observa claramente, cuando los abordajes mediáticos son parciales o tendenciosos, muchas veces por ignorancia o falta de asesoría de los redactores, escritores o mensajeros de la información, logrando, solamente, que conceptos como “el esquizofrénico es violento” se perpetúen.

Cuando en 1998, cuatro psiquiatras publicaron un estudio en el cual mostraban que 6 de cada 23 pacientes con esquizofrenia llevaban consigo armas durante los episodios de exacerbación, no se imaginaron la repercusión al presentar su estudio. Al día siguiente de haber aparecido en el Boletín de la Royal Collage Psychiatrist, los titulares del Sunday Express decían: "Armados y peligrosos: civiles en riesgo porque pacientes se escapan de la red de cuidado” Los periodistas del Sunday Express extrapolaron que 1250 pacientes con enfermedad mental en la comunidad llevaban armas y representaban “una seria amenaza para la seguridad pública”. Esto se basó en una cita de Zito, que aseguraba que 5000 pacientes esquizofrénicos en la comunidad, representaban un peligro para ellos mismos o para la comunidad.

Distorsiones de este tipo no son una sorpresa para los grupos de salud mental. Por ejemplo una organización llamada Focus on Mental Health, piensa que los pacientes psiquiátricos se enfrentan a términos crudos por parte de los medios, tales como “maniático”, “esquizo” y “saico", contribuyendo así con el estigma. Este manejo mediático, concluyó en que en Estados Unidos, la Unión Nacional de Periodistas, el Deparatmento de Salud y los laboratorios Lilly, formaran el Foro de Medios en Salud Mental, para luchar en contra de la inadecuada y poco equilibrada cobertura mediática de los trastornos psiquiátricos.

Por parte de estas organizaciones, como se comentaba anteriormente, se han realizado acciones para combatir las coberturas mediáticas injustas. Se realizó una encuesta de más de 2000 personas en Inglaterra, Estados Unidos y Francia, que con regularidad veían televisión o leían el periódico, para dilucidar el impacto que tenía en su vida, la cobertura de la salud mental por parte de los medios Casi tres cuartos de los encuestados pensaron que la cobertura había sido injusta, imparcial o negativa. Más aún, la mitad de ellos expresaron que estos reportajes habían tenido un efecto negativo sobre su salud mental, un tercio refiriéndose más ansiosos o “tristes” y el 22% se sintieron inhibidos. También los encuestados votaron que el periódico The Sun tenía la peor cobertura sobre temas de salud mental.

Uno de los principales problemas es que los medios presentan al paciente psiquiátrico y en específico al paciente esquizofrénico, como peligrosas bombas de tiempo a punto de explotar, cuando la realidad es otra. Recordemos que el 95% de los homicidios los cometen personas sin una enfermedad mental y que los pacientes psiquiátricos corren más riesgo dañándose ellos mismos que a otros. Por ejemplo; en enero de 1999, el British Journal of Psychiatry mostró que la proporción de homicidios cometidos por personas con una enfermedad mental, había disminuido desde 1957, un 3% cada año. Este hecho fue ignorado por todos los periódicos.

Un punto importante es que no existen suficientes representantes de la Salud Mental en los medios de comunicación. Es como cuando un avión se estrella y se mueren todos los tripulantes, un vocero de la aerolínea, aparecería de inmediato explicando lo excepcional y raro de este accidente y lo seguro que es volar. Sin embargo cuando un paciente psiquiátrico mata a alguien, no existe una organización que explique lo excepcional y raro de este hecho.

Los representantes de los medios no explican el por qué se utilizan palabras tales como “Saicos” y “Locos” en las historias mediáticas, mientras que si explican el por qué se le brinda una cobertura masiva a tópicos sobre “el cuidado de la comunidad”. Existen declaraciones de algunos directivos de medios escritos y televisivos, los cuales comentan que la relevancia de cubrir diversos temas de salud mental va más encaminada en “hacer sentir a la gente que entendemos sus miedos” Por ejemplo; cuando se dio el caso en Estados Unidos del asesinato de Jonathan Zito a manos de Christopher Clunis un paciente esquizofrénico, Steve Hewlett, director de programas en “Carlton Television”, explicó que esta noticia despertó “miedo en el público” y que la “postura de los medios” debería de ser la de “entendemos sus miedos y sabemos que hay locos en las calles con machetes y haremos las campañas necesarias para cambiar las cosas por su bien”. Esto es un claro ejemplo del enfoque erróneo ante las situaciones de salud mental y específicamente ante padecimientos como la Esquizofrenia.
En muchas ocasiones las expresiones artísticas tales como el cine, la literatura y la música son vistas como medios de comunicación. Lo que podría ubicarlos en una posición potencialmente informativa con respecto a la enfermedad mental. Habrá que revisar el interés y encanto, que desde sus comienzos, se ha visto en el cine por la psiquiatría y las enfermedades mentales o la fascinación de la literatura por estos temas. Al igual que en los puntos tratados anteriormente, existe la posibilidad de que esto afiance o derrumbe los estigmas. Por ejemplo; el 90% de las personas que tiene un familiar con diagnóstico de esquizofrenia, consideran que el abordaje de la enfermedad mental en las películas, es inadecuado, tendencioso y erróneo. Por otro lado, escritores como Goethe, Dostoievski, Woolf, Elliot y en Latinoamérica Cortazar y Dalton, dan un enfoque, si no informativo, por lo menos empático, en los que respecta a la enfermedad mental. Para ilustrar lo antes dicho a continuación cito el poema Los Locos escrito por Roque Dalton, escritor salvadoreño que logra mimetizarse y empatizar con el enfermo mental.

LOS LOCOS
A los locos no nos quedan bien los nombres.
Los demás seres
llevan sus nombres como vestidos nuevos,
los balbucean al fundar amigos,
los hacen imprimir en tarjetitas blancas
que luego van de mana en mano
con la alegría de las cosas simples.
Y qué alegría muestran los Alfredos, los Antonios,
los pobres Juanes y los taciturnos Sergios,
los Alejandros con olor a mar!
Todos extienden, desde la misma garganta con que cantan
sus nombres envidiables como banderas bélicas,
tus nombres que se quedan en la tierra sonando
aunque ellos con sus huesos se vayan a la sombra.
Pero los locos, ay señor, los locos
que de tanto olvidar nos asfixiamos,
los pobres locos que hasta la risa confundimos
y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas,
cómo vamos a andar con los nombres a rastras,
cuidándolos,
puliéndolos como mínimos animales de plata,
viendo con estos ojos que ni el sueño somete
que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?
Los locos no podemos anhelar que nos nombren
porque también lo olvidaremos.

La postura real de los medios, sobretodo cuando existe una noticia sensacionalista relacionada, sería la de, en primer lugar, asesorarse con profesionales de la salud mental para dirigir de manera real y no alarmista la noticia. Por otro lado llama la atención que solo cuando existe una noticia de este tipo, la prensa se hace presente. Siendo que debería de avocarse a estos temas para la educación y prevención de padecimientos psiquiátricos, como se hace en otros campos de la medicina. Existen programas de televisión y difusión en la prensa sobre temas tales como diabetes, hipertensión, accidentes etc. Enfocándose a la prevención, al diagnóstico oportuno, al cuidado del enfermo y a la familia del mismo. Sin embargo, muy poco o nada, se habla de padecimientos psiquiátricos. Logrando solamente que el estigma crezca y que cuando una familia se enfrenta a que un miembro padezca por ejemplo; Esquizofrenia, no sepa que esperar, dónde y cómo tratarlo o cuáles son los datos de alarma.
En conclusión podremos decir que la visión de los medios de comunicación con respecto a los pacientes esquizofrénicos, le da a estos pacientes un significado de negatividad total, extendida a toda la personalidad, la cual se encuentra representada precisamente por una extensión indebida del concepto de enfermedad social. Afirmar que todo producto de la personalidad del esquizofrénico es negativo, representa un error. La norma del comportamiento social sobre la cual se funda históricamente el binomio “locura-normalidad”, se extiende a todas las manifestaciones del hombre. Las leyes sociales y los medios de comunicación, los cuales tienden a regular el comportamiento del socius con el fin de obtener un equilibrio que permita la “buena convivencia”, han separado históricamente al enfermo mental y particularmente al esquizofrénico, en el plano de esa normalidad social. Es triste ver, aunque sea humano, que el revalorar socialmente al esquizofrénico sea un proceso tan lento como para dejar todavía sin resolver el problema en nuestros días.
Para cambiar este escenario, los medio de comunicación deberán al mismo tiempo que se revalore socialmente al paciente con esquizofrenia, se conciba y aborde desde una dimensión médica, lo que quiere decir es que sea desde un interés alejado de todo esquema preconcebido y clasificatorio, viéndolo como un individuo. Dejando las especulaciones a un lado y darle al paciente un espacio que permita su expresión. Hasta hoy el paciente con esquizofrenia ha sido juzgado pero muy poco comprendido. Juzgar presupone una teoría justificativa social, y la razón es muy hábil para encontrar estas justificaciones, que a veces se convierten en deberes morales o deseos divinos. Esto sólo se logrará eliminando la ignorancia, el miedo y la hostilidad, por medio de información formal, ánimo sereno y campañas para evitar la discriminación.

Se propone que los profesionales de la salud mental, los pacientes, familiares y organizaciones trabajen conjuntamente y se apoyen con los medios de comunicación. Dejar muy claro a los responsables en la comunicación y específicamente a los periodistas, que ya no hay cabida para los temas sensacionalistas y discriminatorios. Por medio de la realización y revisión de Códigos Deontológicos Profesionales y sistemas de vigilancia. Desde finales de los años noventa, la Asociación Psiquiátrica Mundial organizó reuniones con miembros de los medios de comunicación más importantes, sociólogos, antropólogos y psiquiatras para combatir la estigmatización de la esquizofrenia. Lográndose poner en práctica una serie de medidas organizacionales, de grupos de autoayuda y de los mismos enfermos para dicho fin. Estas medidas ya se han iniciado en varios países y los resultados han sido variados, ya que permanece y persiste la concepción mediática de un abordaje amarillista en los temas relacionados con la salud mental y puntualmente con la esquizofrenia.
El comprender presupone una planificación y una estructuración para que los medios de comunicación, cuando aborden un tema sobre la salud mental, tengan en el centro al paciente que se expresa de diversas maneras, por cualquier vía, y comunica su interior, a si mismo y a su mundo. Plantear hoy el problema del paciente con Esquizofrenia, significa suspender todo estigma e intensificar la mejoría de sus situación social. Esto quiere decir también, acallar las tesis de la no existencia de las enfermedades mentales y de su resultado como expresión político-económica de una clase. Todo esto entra dentro de la tradición histórica de las concepciones de la locura que alternativamente han exaltado o detestado a los enfermos.

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