SAMANTA

Samanta se levanta y no sabe para qué, si la luz la espanta se prepara un café y canta sin ganas de cantar. Cuatro de la tarde y despertar. Sabe Samanta que en el frío le va mejor, por eso busca con su manta más calor y aguanta, Samanta es un faquir sin un lecho de clavos que presumir.

El café ahora es un vaso con hielo y sirve el ginebra y mira el cielo. Aaunque el smog lo cubre con su velo, espera ver azul de terciopelo. Sirve más ginebra más no sirve su sedante, como una culebra que se arrastra hacia adelante. Su amante la llama por cobrar. Cobra que se deja hipnotizar.

Samanta inventa su nueva enfermedad, pone a la venta toda su fragilidad y le compran su llanto de papel; podredumbre envuelta con Channel. El Channel y las drogas de receta comparten con ella la misma gaveta, contradicción, ilusoria escopeta, para bajar a tiros el planeta.

Samanta canta la canción que no le toca, en su garganta cada queja siempre es poca, su boca se quiere desbocar, llorar por programa no es llorar.

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