se atreviera a iluminar
un antiguo barrio en llamas
despertado.
Una apuesta deshonesta
y que no quiero ganar,
pondría en juego tu futuro
y mi pasado.
El estupro y el incesto
son mi purificación
y mis ganas de arrojarme
a lo profundo.
El sentido en todo esto:
un anuncio de neón,
que nos llama a asistir
al fin del mundo.
Los ojos desorbitados del silencio miran el cielo ensangrentado. Trepándose por el humo de mi incienso la semilla que la noche ha dejado. La vida es un fusil siempre cargado y yo que nunca sé que va a pasar, me toma por sorpresa hasta el pasado cuando veo desiertos en el mar.
Las canciones que detesto
hoy me vienen a cantar
con las voces de la Iglesia
y el Estado.
Si por eso no protesto
es porque no sé rezar
y no sé cómo lidiar
con lo sagrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario