Todo estaba
insoportable y al ser yo hombre de ciencia fui a dictar mi conferencia sobre “ser
muy irritable”. Así que nadie me hable del hogar y de la paz, si ella pudo
dejarme en la cornisa, le dediqué una sonrisa y ya no hizo falta más.
Mientras yo
pontificaba sobre “el trato distintivo”, empecé a sentirme vivo al sentir que
una mirada que en mi boca se posaba desde la fila de atrás y sintiéndome locuaz
yo seguía oficiando misa, me topé con su sonrisa y ya no hizo falta más.
Ya la
fiesta había acabado hacia la quinta cerveza. Tu vivías en la Condesa, yo juré
no haber tomado. Nos hallamos lado a lado en el asiento de atrás de una
carcacha Topaz. Pregunté si tenías prisa, me topé con tu sonrisa y ya no hizo
falta más.
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