Conjuro
Barco Hundido
Vas atado al teclado lado a lado del mar martes muertos de martes, fuiste el martes pasado por alto y altar, barco hundido por partes y no partes de tu mundo-naufragio, pobre capitán. Surgen de la pantalla ya llameantes de miel, tus furiosas vocales. Quien otorga no calla llama y llama por él, el que elige señales y no vales en mi esquema de plagio terminado al fin. Espiral sin destino por un solo de blues busco oliendo a taberna. Por tu oreja camino y no es marzo y hay luz, pero voy sin linterna y es eterna tu lealtad al presagio de tu propio fin.
La Noche-Serpiente
La noche-serpiente, sorprendentemente extraña a mi, me recordó que la muerte, arrancando su suerte, por fin decidió cambiar de piel, destruyendo lo que queda de él. Llegó de repente, inmediatamente después de ti, la luz del cansado marzo, cambiando el jade por cuarzo. Y así he continuado soñándote: terciopelo y tú bañándote.
Hay quien dice que no hay que creerle al sueño más vivo del ocaso. ¿Acaso tú crees que no me duele cuando me suele pertenecer?
De estructura deformada y acierto aterrador, visita inesperada, el sueño me llegó.
Mi cuerpo y su mente, frecuentemente se van de aquí, a jardines de arcilla, soneto y manzanilla. Así le dio a mi mundo por nacer, en seis sueños y un amanecer.
Hay quien dice que no hay que creerle al sueño más vivo del ocaso. ¿Acaso tú crees que no me duele cuando me suele pertenecer?
De estructura deformada y acierto aterrador, visita inesperada, el sueño me llegó.
Veinte desiertos me obligaron a gritar lo que en la lluvia nos forzamos a callar. Como la larga espera de que llegue la llamada o como todos le tememos a la nada. No creo en verdad que ni Silvio, ni Pablo, entiendan lo que escribo canto o hablo, porque al fin de cuentas soy, lo que sueñas hoy.