VÉNDELE MI ALMA AL BLUES


para José Cruz


Los colores toman un buen café
en aquel par de ojos,
y en los rojos de la tarde un quinqué
nos señala un atajo
al carajo y hacia el agua con sal
que volvió al ángel lobo.
Me la robo, venenosa y mortal,
su anforita de un trago.
Me deshago,
tú sostente de pie,
otro trago,
otra cruz
y otra fe.
Largo rato,
cuerpo ingrato,
como un gato que teme a la luz,
como un paria del blues.
Ya te extraño en la multitud
de botellas de mares.
No dispares tu mejor actitud
a tus reales amores.
No devores, soledad y sol,
nuestra real alma en pena.
Si te apena tócame un rock and roll
fuerte como maldices.
Cicatrices
para piano y violín,
lo que dices
será azul hasta el fin.
Halcón es poco,
pájaro loco,
esta noche tiene el blues nuevo rey
y ángel a contraley.
Me sé, José, catorce bluses mal,
pero capté que solo el tuyo es real.
Recé, José, por no cargar tu cruz,
mas si te tiene en pie, véndele mi alma al blues.

ROCK Y PSICOANALISIS

Si se piensa en el mundo salvaje del rock and roll, asociaremos típicamente a la imagen de Mick Jagger, de Elvis Presley y de Jim Morrison, meneándose enfrente de una turba enardecida. Seguramente no aparece en nuestra mente la imagen de un serio y severo Sigmund Freud contemplando los oscuros secretos del inconsciente, mientras pomposamente fuma su cigarro. Aunque, aparentemente habitan mundos dispares, los nombres más grandes en la historia del rock se pueden ligar significativamente con la más grande estrella del psicoanálisis, porque todos se han referido a la misma clase de cosas, la expresión libre de sensaciones y de imágenes personales y únicas. Cuando Jagger gruñe a su público, que él “no puede conseguir ninguna satisfacción,” o cuando Morrison canta del “deseo matar a su padre y poseer a su madre”, o cuando las expresiones de Iggy Pop toman una vuelta hacia lo perverso en I Wanna Be Your Dog, ¿quién habría entendido mejor las fuerzas internas trabajando, que el viejo y barbudo tío Sigmund?
El término rock and roll es, por supuesto, una referencia a las relaciones sexuales que Freud tanto apreció. Sin embargo, las semejanzas entre el rock and roll y el psicoanálisis van más allá de sus preocupaciones compartidas con respecto a la sexualidad. Ambas disciplinas se desarrollan en direcciones similares desde sus obsesiones eróticas tempranas, expandiendo su enfoque a experiencias más variadas y profundas, abarcando temas tales como la vulnerabilidad, la pérdida, necesidades personales e incluso la naturaleza de la realidad. Mientras que el psicoanálisis ramificó hacia fuera, de Freud a D. W. Winnicott, Heinz Kohut y Wilfred Bion. El rock se desarrolló de Elvis Presley a Elvis Costello, Talking Heads y Nirvana. El rock y el psicoanálisis son aparentemente universos aparte, pero podrían ser una pareja hecha en el cielo. El primero provee el vehículo perfecto para la expresión introspectiva y creativa libre, mientras que el último proporciona el marco de referencia ideal para entender y descifrar de que van esas expresiones.
La nuestra es una sociedad de masas, en la que el hombre pierde su individualidad y no es nadie, o siente que no es nadie. El joven, específicamente el adolescente, es el más desamparado de todos los hombres y resiente la perdida de individualidad más que nadie. Busca entonces su razón de vida y muerte. Busca en donde refugiarse , a quien admirar y a quien querer. Entre otras cosas, el Rock aporta varios componentes importantes para el apaciguamiento de esas necesidades. Por un lado, genera la creación de líderes, en los cuales se deposita la energía libidinal reprimida. Produce entonces elementos identificatorios en donde depositar los ideales del Yo y pueda así aspirar a un Yo ideal. Por otro lado, la música en si perite la sublimación de la sexualidad en este mundo lleno de vacíos eróticos en donde esta se vuelve sexo.
La fijación estrecha con una época, un ídolo o un grupo se explica así. Esta relación objetal con el objeto ídolo, objeto rock u objeto época; ese depósito de líbido en el objeto, es lo que hace esa simbiosis extrema entre el joven en un tiempo y el adulto o el viejo en otro, con eso que conocemos como Rock. Cuado murió John Lennon, se produjo un desánimo general. Con él se iba toda una época. Había muerto un ser en el que muchos depositaron, resguardándose, sus ilusiones y esperanzas. Se creó entonces el dolor del duelo. Freud explica el mecanismo del duelo en función de un despojo, de una pérdida de objeto libidinal. Es, dice, una herida narcisista. La resolución del duelo se dio entonces a partir de sustitutos del objeto amado y perdido, es decir a través de discos, películas, videos etc. y es así como si no hubiera muerto.
Pero ¿qué hace que un grupo de rock, tenga una función social? Sería, como menciona Moscovici, una minoría con alto poder y alta influencia. Pongamos de ejemplo el éxito de The Beatles, por un lado su éxito se explica a partir del liderazgo que surge en función de la necesidad de los jóvenes que he mencionado. Por otro lado, su influencia social es reforzada por el poder económico sobre todo, que les permitió llegar a todos lados y ser conocidos y admirados por u disco o una película. La identificación, como se entiende dentro del discurso de la comunicación, nos permite quererlos y soñar con ellos, pelear y rebelarnos. Los grupos de Rock son el sinónimo de la libertad, la paz, del amor que todas las personas, sobre todo adolescentes, anhelan.
Viendo así las cosas, el Rock surgió como una negatividad directa, inmediata. Inicialmente, el uso de instrumentos eléctricos, amplificadores, distorsionadores, etcétera, era la manifestación de esa negatividad, de esa rebeldía, de esa revolución. Podríamos decir que el Rock es el advenimiento de un movimiento político, de deseo de cambio y de conciencia de clase. El joven quiere romper con lo establecido, al principio se adhiere a través del ruido, después, por sus extravagancias y posteriormente, por las letras de sus canciones y su música y termina por invadir todas las latitudes. Es difícil concebir una cumbia japonesa, un bolero noruego o un tango sudafricano, no así un Rock inglés, mexicano o español. El Rock perdió su origen geográfico, perdió sus límites, incluidos los musicales, y se convirtió en un movimiento social. En los sesentas y setentas se relacionó el Rock a los grandes movimientos sociales; actualmente existe una tendencia a fusionarse con la ecología.
En 1969 se celebraron los dos primeros conciertos masivos en el mundo (Woodstock y The Isle of Wight). Una nueva generación de jóvenes se congregó para mostrar el desarrollo de una cultura e identidad propias contra un mundo más industrializado, reglamentado y militarizado. Fueron la síntesis de un movimiento que intentó crear una sociedad paralela a la existente.
El Rock anunció lo que Marcuse había definido como “una forma insospechada de lucha política: la nueva sensibilidad como una lucha singular contra la violencia y explotación…los oprimidos dan al arte una forma sensual y sublimada, de atemorizada inmediatez, conmoviendo, electrizando el cuerpo y el alma fusionados”. El Rock se vuelve entonces ideología.
Mientras que Freud en gran parte ignoró los asuntos musicales en su obra, es muy probable que en la actualidad, hubiera reconocido que el formato de un álbum de rock, tiene muchas ventajas para facilitar la expresión de la experiencia intrapsíquica. Desde hace mucho tiempo, se le ha reconocido a la música la capacidad de someter al escucha a largos y profundos estados sentimentales. Estas emociones pueden invitar al escucha a compartir el mundo emocional del artista. Estas comunicaciones se pueden considerar que funcionen como una identificación proyectiva. Además, la música, en su composición y arreglo, puede tomar la forma de una variedad de constelaciones defensivas intrapsíquicas. Por ejemplo, una melodía pacífica puede cubrir repetidamente un ritmo perturbador subyacente, ¿represión? Una variedad infinita de expresiones que relacionan los impulsos, se pueden incorporar en la composición y el arreglo de una canción.
Agregar letra a la música y agrupar una serie de canciones para realizar un álbum con un formato determinado, naturalmente agregan mayores potenciales comunicativos. Las expresiones líricas exudan un realce emocional cuando resuenan con los sentimientos musicales expresados. La música, como un poderoso elemento de expresión, puede servir para esclarecer, amplificar o incluso contradecir los elementos musicales que acompañan a la narrativa lírica. Los artistas familiarizados con las posibilidades creativas inherentes de la unión de palabras y música, pueden usar sus canciones como un vehículo para la expresión de sus experiencias internas, partiendo de que la profundidad y complejidad es mayor cuando se juntan, que cuando la música y las palabras son individuales.
Además del formato del álbum o disco, se deberá tomar en cuenta la posibilidad de echar mano de la portada y del empaque interno, para expresar aún más. El arreglo puede implicar una historia poco clara como en el Sgt. Pepper de The Beatles o una más estructurada como el Tommy de The Who. La secuencia permite al escucha, identificar la relaciones entre los temas y sus variaciones a lo largo del disco. Imaginémonos que la elaboración del álbum o de un disco, los músicos se enfrentan a un tipo de asociaciones libres, en las que la improvisación y las ideas creativas se vierten y la suma de las partes resultan en una unión efectiva de las canciones. Muchos interpretes dotados han logrado en forma afortunada hacer escuchar sus expresiones introspectivas creativas a través de la música. La riqueza tan vívida en sus discos, crea una evocación auditiva indudable y emocional.
Tomemos como ejemplo las contribuciones de John Lennon al Álbum Blanco de los Beatles en 1968. Estas canciones fueron escritas y grabadas justo después y como consecuencia del fallido viaje que realizó el grupo a la India para obtener un poco “guía espiritual” por medio de las enseñanzas del Maharishi Mahesh Yogi. Está ampliamente reportado que durante su peregrinar, la banda llegó a la dolorosa conclusión de que el Maharishi no era nada más que un delicioso fraude, obligándolos a abandonar la India en una amarga desilusión hacia esta diminuta y barbuda personita, la cual habían adorado en público previamente. Las contribuciones de Lennon, podrán ser vistas como sus variadas reacciones ante esta desilusión. En términos analíticos podríamos decir que fue su reacción ante un fallido intento de ver en el Maharishi un self-object idealizado. Esto se reflejó en la emoción expresada de sus composiciones, las cuales iban de la ira (representándolo como una humillante seductora en Sexy Sadie), la adoración a ridículas y pomposas figuras o personajes (Bungalow Bill); la tristeza (Yer Blues y I’m So Tired); y el deseo renacido por conectarse con objetos perdidos (la escalofriante plegaria a su madre en Julia). Incluso los sentimientos de amor que podrían quedarle y que se expresan de manera hermosa en la balada Goodnight, parecería que los niega al dárselos a alguien más (Ringo) para que la cantara. Como si tuviera que proteger, de la ira, estos sentimientos disociándolos y proyectándolos a alguien más. Tal y como sucede en el número más perturbador del disco, Revolution 9, que lejos de ser una canción, es un cúmulo abigarrado y descoordinado de sonidos empastados. Con esta anomalía musical que despierta en el escucha un sentimiento de desorientación, intrusión y confusión (como si en medio de la novena sinfonía de Beethoven comenzara una canción de heavy metal). Los fans de los Beatles, en su mayoría, odian esta “canción”. Pero existe la posibilidad que al desilusionar a sus fans de hueso colorado Lennon triunfó al hacer que sus escuchas tomaran posesión de su propio desamparo y desilusión por el Maharishi (¿la cual consideramos que se tornó de pasiva a activa o incluso en identificación proyectiva?). Dejemos que el escucha decida.
Es interesante si comparamos las contribuciones de Lennon a este álbum con las contribuciones de Paul McCartney, lo cual nos sugiere diferencias en su estructura de personalidad. Aunque atravesó por las mismas experiencias decepcionantes que Lennon en la India, las contribuciones de McCartney a este álbum traicionan fuertemente cualquier reacción emocional a estos eventos. En lugar de enfrentarlo, da expresiones vívidas sobre sus preocupaciones sexuales, con canciones llevadas y prácticamente compuestas por el ello de Paul, como en Why Don't We Do It in the Road, Helter Skelter y Birthday; junto con expresiones sublimadas de esta misma expresión pulsional, incluyendo baladas como I Will y Martha My Dear.
Rocky Raccoon es una expresión particularmente clara de conflictos relacionados con el impulso sexual. La canción cuenta la historia de un pistolero, Rocky, quien busca venganza contra el rival que le ha robado el afecto de la mujer que desea, Nancy. Muy enojado irrumpe en el cuarto donde lo dos se encuentran bailando (la escena primaria, por decir algo), solamente para ser herido por su rival, que resulto ser mejor pistolero. Al perder a Nancy, Rocky no se queda con las manos vacías, ya que al regresar a su cuarto de hotel, recibe consuelo al leer la Biblia de Gideon, la cual presumiblemente, le enseña a renunciar a la envidia y a la venganza a favor de los “altos ideales”. Freud podría ver esta canción como la resolución del complejo de Edipo de Rocky, donde su inalcanzable objeto amoroso es arrebatado e incluso es herido por un mejor, diremos otra vez, pistolero. Al mismo tiempo, los valores morales se concolidan como una especie de premio de consolación.
Muchas veces, el productor de un disco puede facilitar la libre expresión de una banda, resultando en una mejor y más intensa profundidad en el contenido del disco. Un buen ejemplo es el aclamado disco de los Talking Heads; Remain in Light, de 1980. El productor Brian Eno abordó el disco esforzando a los músicos a que enfatizaran en la composición de las canciones un espíritu de espontaneidad e incluso instintivo. Los alentó a llegar al estudio sin nada preparado, a experimentar con los instrumentos y a capturar y utilizar los errores surgidos en la grabación e incluso desde la composición de las canciones. Eno, de cierta manera, fungió como psicoanalista del grupo al sugerirles el proceso de asociación libre y después darle forma y coherencia a este material el cual sería una especie de proceso primario.
El disco resultante es notable en muchos aspectos. El cantante y letrista David Byrne logra canciones que poseen un sentimiento infalible de asociación libre y, a lo largo del disco, sugiere temas de pérdida, separación, la sensación de una personalidad desintegrada y la lucha para mantener una cohesividad del self (habría que ver la portada del disco para entender este perturbado concepto). Muchas de estas canciones parecerían describir literalmente las experiencias psicóticas y esquizoides descritas por Bion y Harry Guntrip. Un aspecto que en lo personal me llama la atención de este disco, es que se utiliza la música de manera defensiva y sobretodo compensatoria ante estas experiencias perturbadoras.
En Cross-Eye y en Painless, el ritmo vibrante y casi en movimiento, parecería ser utilizado para proveer una función contenedora que pueda cohesionar el desintegrado self que se manifiesta en las letras. En The Great Curve, el ritmo propulsor fortalece las partes no psicóticas de una personalidad psicótica. La canción Listening Wind sugiere el uso de sonido y música como un objeto transicional que provee la experiencia de estar en la reconfortante presencia de otro. En la canción más conocida del disco, Once in a Lifetime, un fragmentado self emerge del hipnótico océano musical que sostiene la lírica desde el fondo y que logra en el escucha una extraña y onírica sensación de obnubilación.
Claro que The Beatles y los Talking Heads son solamente dos de las muchas bandas que han utilizado efectivamente un disco de rock como un vehículo para la libre expresión de sus experiencias intrapsíquicas. Si escuchamos cuidadosamente muchos discos, veremos que la mayoría merecen la pena ser explorados desde un punto de vista psicoanalítico. Así que la próxima vez que vaya a escuchar su disco favorito, apague las luces, relájese, sírvase un vaso de vino (y tal vez un puro Freudiano) y escuche con atención flotante la música y las palabras que le arrojan las bocinas. Probablemente se sorprenda con lo que encuentre.